martes, 16 de abril de 2013

TÚ...


Aún no lo comprendo,
no sé por qué me pasa...

Tú... todo el tiempo,
la indiferente... la hermosa...
la sarcástica... la indecisa...

Tú... querida mía, que no respondes
a lo que yo profeso;
que no te dignas
a mirar a un pobre servidor
que sólo espera, paciente y terco,
que tu mirada, por un breve
instante, lo toque; a que tus
palabras desborden el mar de mi alegría.

Pero tú... infame y villana mía,
me pisas y no respondes,
me humillas y no te apiadas,
me traspasas sin mirarme...

Inexistente para ti soy,
un alma en pena por tu amor,
un hombre clamando un instante,
un minuto, un momento...

¡Auxilio! Yo te pido,
¡Ayuda! Yo suplico,
¡Quiéreme! Aunque un ratito
hasta que este río se seque;
hasta que yo, llama, me apague;
hasta que mi mente te borre,
hasta que mi corazón te olvide;
hasta que el destino
[mi destino
se cumpla y acabe con todo ésto.